El tiempo corre y el futuro del tratado START III, ese acuerdo tan crucial sobre armas nucleares que aún se mantiene, pende de un hilo. A medida que nos acercamos a su fecha de expiración en febrero de 2026, Rusia ha dejado claro que no hay espacio para negociaciones con Estados Unidos. El viceministro de Exteriores ruso, Sergei Riabkov, lo dijo sin rodeos: «no existen las condiciones necesarias para sentarnos a hablar».
En una charla reciente con la revista International Affairs, Riabkov subrayó que la comunicación entre ambos países en este ámbito es prácticamente inexistente. Aunque Washington ha incluido una mención sobre la prórroga en su borrador del plan de paz para Ucrania, eso no cambia las cosas. Este tratado, firmado en 2010 por Barack Obama y Dimitri Medvedev en Praga, parece estar más lejos que nunca de ser revisado.
La realidad actual y los desafíos futuros
Pese a que Putin suspendió su participación en el tratado hace poco más de seis meses, él mismo ha reiterado su compromiso con la reducción de armas estratégicas. Sin embargo, como afirma Riabkov: «la situación es triste pero real». Él destaca que mientras Washington continúe desmantelando elementos clave de la seguridad global y los acuerdos históricos sobre control armamentístico, cualquier avance es poco probable.
Y no solo Rusia tiene dudas. Desde el otro lado del océano, el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, también reconoció recientemente que no hay un diálogo activo con Moscú y que cualquier conversación sobre el tratado debe hacerse separadamente del conflicto ucraniano. Pero esa separación parece cada vez más complicada.
Así estamos hoy: entre retórica política y realidades complejas, el destino del START III sigue siendo incierto. Y mientras tanto, nosotros seguimos mirando hacia adelante preguntándonos qué será lo próximo.

