En un reciente informe, la FINUL, la fuerza de paz de las Naciones Unidas en Líbano, ha destapado una realidad alarmante: más de 10.000 violaciones del alto el fuego que se alcanzó a finales de noviembre de 2024 entre Israel y Hezbolá. Una cifra que nos hace cuestionar la estabilidad en la región y que pone en jaque los esfuerzos por mantener la paz.
La FINUL no se ha quedado callada, utilizando sus redes sociales para subrayar lo frágil de esta supuesta estabilidad a lo largo de la ‘Línea Azul’, esa frontera marcada por la ONU hace ya 25 años. Desde el acuerdo, han contabilizado más de 7.500 violaciones aéreas y casi 2.500 violaciones terrestres. Además, han descubierto más de 360 depósitos de armas olvidadas, que han sido entregadas a las Fuerzas Armadas libanesas. Es evidente que cada uno de estos incidentes es elevado al Consejo de Seguridad de la ONU, y no podemos cerrar los ojos ante esta situación.
Una tregua llena de tensiones
A pesar del pacto alcanzado tras meses intensos desde los ataques del 7 de octubre de 2023, donde ambos bandos acordaron retirar sus tropas del sur del Líbano, Israel sigue con su pie firme en el terreno vecino manteniendo cinco puestos militares. Esta acción ha generado críticas tanto en Beirut como dentro del propio grupo chií, quienes exigen el cese inmediato de este despliegue militar.
Mientras tanto, Israel justifica sus bombardeos sobre territorio libanés argumentando que son acciones contra actividades vinculadas a Hezbolá. Pero aquí hay algo claro: ¿realmente se está respetando el alto el fuego? Tanto las autoridades libanesas como Hezbolá han condenado estas acciones y si seguimos así, estamos ante un escenario explosivo que podría desbordarse en cualquier momento.

