MADRID, 17 de noviembre. Las fuerzas de seguridad israelíes han llevado a cabo este lunes una operación que ha dejado a muchos boquiabiertos: la evacuación y demolición de un asentamiento levantado sin los permisos pertinentes en Cisjordania, cerca de Jerusalén. Esto no ha sido un simple trámite administrativo; la situación ha estallado en enfrentamientos entre los colonos y las fuerzas del orden, dejando a un agente herido en medio del caos.
El foco de atención ha sido Tzur Misgavi, un asentamiento que albergaba a alrededor de 20 familias. Todo comenzó cuando las autoridades decidieron dar luz verde a su demolición, una acción bastante inusual por parte de las fuerzas israelíes. Con el objetivo claro, el Ejército estableció controles y bloqueos en las carreteras cercanas para preparar el terreno para lo que estaba por venir.
La tensión crece entre colonos y autoridades
Sin embargo, lo que se suponía sería una operación planificada se tornó violento rápidamente. Los residentes mostraron su rechazo frontal ante el desalojo, resultando en altercados donde un policía recibió un pedrada que le impactó en la cara. Este incidente pone de manifiesto la creciente tensión entre colonos palestinos e israelíes.
Lo más preocupante es que esta demolición ocurre justo en un contexto donde los ataques por parte de colonos contra palestinos están aumentando. Esta violencia muchas veces cuenta con el apoyo implícito o explícito de las fuerzas de seguridad, lo que genera un clima muy crítico y polarizado dentro y fuera del país.
A pesar del rechazo internacional hacia estos asentamientos ilegales –considerados así por el Derecho Internacional–, el Gobierno israelí parece seguir adelante con su política diferenciada: legalizan algunos asentamientos mientras consideran otros como «ilegales» solo porque no tienen permiso oficial. La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ya dejó claro en julio pasado que esta política va contra la Cuarta Convención de Ginebra, advirtiendo sobre sus implicaciones legales y morales.

