El pasado viernes, el Gobierno de Trinidad y Tobago hizo un anuncio que no ha dejado a nadie indiferente. En medio de la creciente tensión con Venezuela, han decidido llevar a cabo nuevos ejercicios militares junto a Estados Unidos. Esta situación no es simplemente una cuestión de entrenamiento; está marcada por el despliegue militar estadounidense en el Caribe y sus bombardeos en la región del Pacífico. Según Washington, todo esto se hace para combatir el narcotráfico, pero ¿qué hay detrás de estas maniobras?
Una colaboración polémica
Las Fuerzas de Defensa de Trinidad y Tobago (TTDF) se unirán a la 22 Unidad Expedicionaria de Marines estadounidenses entre el 16 y el 21 de noviembre. Un comunicado del Ministerio de Exteriores trinitense enfatiza que estos ejercicios son parte de una larga historia de cooperación entre ambos países. Sin embargo, también se menciona que Trinidad y Tobago sigue lidiando con graves problemas relacionados con la violencia armada y las pandillas.
Pero eso no es todo. La llegada reciente de un buque de guerra estadounidense a Puerto España provocó una crisis diplomática significativa. Este episodio culminó en la suspensión del acuerdo energético entre Trinidad y Tobago y Venezuela, además de que la primera ministra Kamla Persad-Bissessar fue declarada ‘persona non grata’ por parte del Parlamento venezolano. Es evidente que las aguas están muy revueltas en esta parte del mundo.
La justificación oficial habla de garantizar que el personal militar esté bien preparado para enfrentar los desafíos internos, un reto nada fácil dado el impacto devastador que estos problemas tienen sobre la sociedad local. Así las cosas, nos encontramos ante una situación compleja donde cada movimiento cuenta y las decisiones tomadas pueden tener consecuencias profundas tanto dentro como fuera del país.

