En un escenario marcado por la incertidumbre, Rusia y Bielorrusia han arrancado este viernes unas maniobras militares conjuntas que se desarrollan tanto en sus territorios como en los mares Báltico y de Barents. Esta decisión no llega en el mejor momento, justo cuando las tensiones por la invasión rusa de Ucrania están al rojo vivo, sumándose a la reciente interceptación de drones rusos por parte de Polonia.
El Ministerio de Defensa ruso ha compartido detalles sobre estas maniobras, bautizadas como ‘Zapad-2025’, a través de su cuenta oficial en Telegram. En su comunicado afirman que se trata de la “etapa final del entrenamiento conjunto” para mejorar no solo las capacidades operativas, sino también la coordinación entre las Fuerzas Armadas de ambos países. ¿La excusa? Garantizar la paz y proteger sus intereses. Pero uno no puede evitar preguntarse: ¿a qué precio?
Un despliegue militar con muchas aristas
Según lo señalado por el Kremlin, durante estas maniobras se tocarán temas cruciales como la gestión de fuerzas mixtas para hacer frente a una posible agresión contra el Estado de la Unión. La primera fase se centrará en simular operaciones para repeler ataques, mientras que la segunda buscará restaurar “la integridad territorial” y derrotar al enemigo, incluyendo a aliados estratégicos en el proceso.
Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, ha insistido en que estas acciones “no están dirigidas contra nadie”. Sin embargo, resulta difícil creer que realizar ejercicios cerca de una frontera tan caliente como la polaca sea simplemente un acto amistoso. La realidad es que cada movimiento cuenta y más aún en tiempos donde cada noticia puede cambiar el rumbo del día.