El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha decidido poner sobre la mesa una demanda clara y directa: que Qatar expulse a los líderes de Hamás o se prepare para lo que viene. En un vídeo cargado de tensión, Netanyahu no ha dudado en señalar con el dedo a aquellos países que han criticado el reciente ataque israelí en Doha, diciéndoles que deberían sentirse avergonzados.
MADRID, 10 Sep. – La situación es candente. El bombardeo contra la capital qatarí estaba dirigido a la delegación de negociadores palestinos y dejó un saldo trágico: al menos seis muertos, incluidos cinco miembros de Hamás y un policía qatarí. Netanyahu, sin rodeos, reclamó el mismo enfoque que Estados Unidos tomó tras los atentados del 11-S: perseguir a quienes cometen actos atroces donde sea que se encuentren.
La comparación incendiaria
“Le digo a Qatar y a todas las naciones que dan refugio a terroristas: o los expulsan o los llevan ante la justicia”, advirtió con firmeza. En su argumentación, comparó su acción con la lucha de Estados Unidos contra Al Qaeda tras el ataque en Nueva York, señalando que si se hace justicia por uno, ¿por qué no por otros?
Netanyahu describió el 7 de octubre como un nuevo 11-S para Israel, haciendo referencia a los ataques perpetrados por milicias palestinas. “Ese día fue una barbarie contra nuestro pueblo”, afirmó. Y claro está, nadie puede negar la intensidad de sus palabras; son ecos de dolor e indignación al mismo tiempo.
A pesar del eco internacional condenando sus acciones, él sostiene: “¿Qué hicieron después del asesinato de Bin Laden? Aplaudieron”. Para él, Israel debería recibir el mismo reconocimiento por defenderse ante lo que considera terrorismo.
No obstante, su discurso también ha despertado reacciones fuertes desde Qatar. El primer ministro qatarí, Mohamed bin Abdulrahmán al Thani, tildó este bombardeo como un acto de “terrorismo de Estado” y dejó claro que su país no se quedará quieto frente a estas agresiones. “Nos reservamos el derecho a responder”, dijo contundentemente.
Así las cosas, estamos ante una situación tensa y explosiva donde las palabras pueden desatar más violencia. Al final del día, todos nos preguntamos: ¿hasta dónde llegarán las naciones cuando el diálogo parece haberse perdido en medio del ruido ensordecedor del conflicto?