Desde el amanecer de este lunes, la Franja de Gaza ha sido escenario de una nueva oleada de violencia, dejando tras de sí al menos 52 muertos, según informes médicos. De esas víctimas, 32 eran de la ciudad de Gaza, y entre los incidentes más trágicos se encuentra el bombardeo a un túnel que costó la vida a tres personas, incluyendo a dos mujeres. Estas noticias nos llegan a través de fuentes palestinas que reflejan una realidad desgarradora.
El impacto humano detrás del conflicto
Imagina por un momento lo que significa perder tu hogar. La Defensa Civil ha reportado que en las últimas 72 horas han sido destruidos cinco edificios altos, dejando a más de 4.100 mujeres, niños y ancianos sin techo. Es difícil no sentir una profunda tristeza ante este panorama. Y no solo eso; también hemos visto ataques en otras áreas como Jan Yunís y Deir al Balá, sumando dolor a un ciclo interminable.
Aún hay ecos del pasado reciente: desde el inicio de esta ofensiva militar israelí, las cifras son abrumadoras: 64.522 personas han perdido la vida y 162.096 han resultado heridas. Todo esto se desató tras el ataque mortal del 7 de octubre, donde murieron unas 1.200 personas cerca del enclave palestino.
Cambiamos nuestra mirada hacia Cisjordania, donde la situación tampoco es mejor. En el campamento de refugiados de Yenín, un joven palestino perdió su vida y otros resultaron heridos cuando las fuerzas israelíes abrieron fuego mientras intentaban acceder a sus hogares tras romper el cerco militar.
Bajo la Operación Muro de Hierro, alrededor de 40.000 personas han tenido que abandonar sus casas, con un saldo devastador: mil palestinos muertos y más de 600 viviendas destruidas. Este tipo de situaciones nos llevan a cuestionar si realmente estamos avanzando hacia la paz o simplemente repitiendo errores del pasado.