La vice primera ministra del Reino Unido, Angela Rayner, ha decidido dar un paso al lado. Este viernes, tras reconocer que cometió irregularidades fiscales en la compra de su segunda vivienda, ha presentado su dimisión. Durante días había intentado justificar su situación, alegando que todo era resultado de un mal asesoramiento. Pero la realidad es que pagó menos impuestos de los que debería al adquirir esa casa en Hove, en el encantador Sussex del Este.
Aquí no acaba la historia. Parte de su primera vivienda está cedida a un fideicomiso a nombre de su hijo, quien tiene una discapacidad permanente. Un informe interno llegó hoy a las manos de Keir Starmer, el líder laborista. Y aunque el documento reconoce la colaboración de Rayner durante todo el proceso, no se anduvo con rodeos: ella es la responsable final de sus acciones y no buscó asesoría fiscal especializada como le habrían recomendado.
La presión sobre el Gobierno aumenta
No es casualidad que este asunto haya levantado tanto revuelo y presión sobre el Gobierno laborista. Con cada día que pasaba, más voces cuestionaban cómo podía permanecer en su puesto. Así que finalmente, Angela ha optado por hacerse a un lado; no solo como miembro del Ejecutivo, sino también como la figura clave detrás del partido gobernante.
Ahora Keir Starmer se enfrenta al reto inminente de reorganizar su equipo mientras intenta mantener a flote una administración ya tambaleante.