En un giro desgarrador de los acontecimientos, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha manifestado su profundo pesar por lo que califica como un «trágico accidente» ocurrido en el hospital Nasser, en la Franja de Gaza. Este lunes, al menos 20 vidas se apagaron tras un bombardeo que ha desatado la indignación de las autoridades gazatíes. Entre las víctimas se encuentran cuatro valientes periodistas que estaban allí para contar la verdad.
Una tragedia que no se puede ignorar
Las palabras de Netanyahu no son solo una simple declaración; son un eco de la complejidad del conflicto. En un comunicado, subrayó que «Israel valora el trabajo de los periodistas y del personal médico», pero también insistió en que sus esfuerzos van dirigidos a combatir a Hamás. Es curioso cómo se menciona la investigación exhaustiva que están llevando a cabo las autoridades militares. ¿Pero realmente es suficiente? Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han admitido su responsabilidad en este ataque, lamentando los daños colaterales. Sin embargo, argumentan que no hay intención deliberada contra civiles o periodistas. Es difícil digerir estas palabras cuando se habla de vidas perdidas y heridas abiertas.
El Ministerio de Sanidad gazatí denunció que todo comenzó con un primer impacto en el cuarto piso del hospital y luego siguió con otro ataque justo cuando llegaban las ambulancias. La situación es crítica: según Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, ya son más de cincuenta los heridos reportados, incluidos pacientes en estado grave. La realidad es dura y nos recuerda que detrás de cada número hay historias humanas devastadoras.