En un día que debería haber sido común, la naturaleza ha vuelto a mostrarse implacable en la Cachemira india. Este domingo, el distrito de Kathua, en el estado de Jammu y Cachemira, ha sido escenario de una catástrofe que se ha cobrado la vida de al menos siete personas. Las fuertes lluvias monzónicas han desatado inundaciones y deslizamientos de tierra, arrastrando consigo no solo tierras, sino también sueños y esperanzas.
El dolor en las comunidades afectadas
Omar Abdulá, el ministro principal de la región, no ha podido ocultar su pesar al expresar sus condolencias por “la trágica pérdida de vidas” y los estragos que han dejado estos deslizamientos en varias localidades del distrito, como Jodh Khad y Juthana. La comunidad está devastada, intentando asimilar lo ocurrido mientras ve cómo los equipos de emergencia se afanan por llevar a cabo labores de rescate y retirar escombros.
No es la primera vez que esta zona enfrenta tal calamidad; hace unos días, las inundaciones ya habían causado más de 60 muertes en Kishtwar. El desastre sigue acumulándose: entre el 20 de junio y el 16 de agosto, la Autoridad Estatal de Gestión de Desastres (HPSDMA) reporta un total escalofriante de 261 fallecidos en Himachal Pradesh debido a las lluvias monzónicas. Es un recordatorio brutal del poder destructivo que puede tener la naturaleza cuando se combina con una falta evidente de preparación.