En una tarde cargada de expectativas, Donald Trump recibió a Vladimir Putin en Anchorage, Alaska. Fue este viernes cuando los dos líderes se dieron un enérgico apretón de manos que resonó más allá de la simple formalidad. Era su primer encuentro cara a cara desde 2018, y no había que ser un genio para sentir la electricidad en el aire.
Putin llegó puntualmente a la base aérea Elmendorf-Richardson alrededor de las 20:54 (hora peninsular española) y, bajo una amplia alfombra roja, saludó a su homólogo estadounidense. Pero lo que realmente llama la atención es cómo se ha estructurado esta reunión: inicialmente iba a ser un encuentro bilateral, pero finalmente se han sumado otros actores importantes como el secretario de Estado, Marco Rubio.
Una jornada intensa por delante
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anunció que tanto los equipos rusos como estadounidenses enfrentarán días intensos, con al menos seis o siete horas repletas de actividades programadas. Mientras tanto, Putin estaba acompañado por figuras clave como su ministro de Exteriores Sergei Lavrov y otros ministros relevantes del gobierno ruso.
Por el lado estadounidense, Trump no está solo; le respaldan sus secretarios de Comercio y Tesoro. Todo esto ocurre mientras el conflicto en Ucrania sigue sin resolverse y queda fuera del foco directo del encuentro. En definitiva, lo que suceda en Anchorage puede tener repercusiones significativas para ambos países y el mundo entero.