El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha hecho oficial este domingo su decisión de llevar la guerra a otro nivel. En una rueda de prensa que no dejó indiferente a nadie, anunció que su ejército no solo ocupará la ciudad de Gaza, sino que también atacará los campos de desplazados en la costa central del país. ¿Su justificación? Describir estos lugares como «los últimos bastiones» del movimiento islamista Hamás.
Una estrategia polémica
Netanyahu afirmó sin dudar que ha dado la orden para desmantelar lo que él considera los dos últimos bastiones de Hamás. «Es la mejor forma de terminar con esta guerra y acelerar su fin», sentenció. Sin embargo, entre los campamentos que menciona está Al Mauasi, considerado anteriormente como una «zona segura», pero que ahora también ha sufrido bombardeos israelíes. Aquí surge la pregunta: ¿realmente habrá consideración por la población civil?
A pesar de las críticas y reticencias del Ejército ante este plan aprobado hace poco, el líder israelí reafirma su intención de implementar un esquema que incluye desmilitarizar a Hamás y expulsarlo del gobierno en Gaza. Curiosamente, descarta cualquier posibilidad de que sea la Autoridad Palestina quien tome el relevo. Mientras tanto, se aferra a su argumento insistente: asegura que no hay hambruna en Gaza y tacha las afirmaciones contrarias como una mera “campaña de distorsión” promovida por Hamás. «Los únicos que están pasando hambre son nuestros rehenes», expresó con tono desafiante.