En una reunión que prometía ser decisiva, Israel y Estados Unidos se plantaron firmes defendiendo el nuevo plan del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Este plan propone la ocupación de la Franja de Gaza en medio de un clamor internacional por detener lo que podría convertirse en otra catástrofe humanitaria. Mientras otros países miembros del Consejo de Seguridad pedían la suspensión inmediata de estos planes, los expertos de la ONU advertían sobre el desastre inminente.
Una situación insostenible
La orden lanzada por Netanyahu implicaría el desplazamiento forzado de más de un millón de palestinos hacia el sur del país. El jefe del Ejército israelí, Eyal Zamir, mostró reticencias ante una operación que podría salir muy cara para sus tropas y pone en peligro a los rehenes bajo control palestino. Desde que se anunciara esta ofensiva en la madrugada del viernes, la comunidad internacional ha levantado la voz, pero parece que esas súplicas caen en saco roto.
Miroslav Jenca, secretario general adjunto para Europa y Asia Central, fue claro al afirmar: «Este plan desencadenará otra calamidad en Gaza», advirtiendo sobre las repercusiones no solo locales sino también regionales. Por su parte, Ramesh Rajasingham, representante humanitario de la ONU, alertó sobre una población ya hambrienta e incapaz de soportar otro éxodo masivo.
No obstante, lo que más resonó fueron las palabras del representante ruso, Dmitri Polianski. Su crítica feroz a Israel fue directa: recordó cómo hace poco menos de una semana el ministro israelí había llorado «lágrimas de cocodrilo» por los rehenes mientras ya conocía los planes bélicos del gabinete. En este clima tenso, Danny Danon, embajador israelí ante la ONU, insistió en redes sociales que no cesarán hasta recuperar a todos los rehenes secuestrados hace 22 meses.
Pero eso no fue todo. Dorothy Shea, representante estadounidense ante la ONU también subió al estrado para mostrar su apoyo incondicional a Israel y arremeter contra algunos miembros del consejo que parecen estar más interesados en beneficiar a Hamás que en buscar soluciones efectivas. Según ella: «Demasiados gobiernos están jugando un papel contraproducente», lo cual evidencia aún más las divisiones dentro del Consejo.
A medida que estas tensiones continúan escalando y las críticas se multiplican desde diversas partes del mundo –incluso entre los países europeos como Francia y Reino Unido– queda claro que algo tiene que cambiar si realmente queremos evitar una nueva tragedia humanitaria en Gaza.