MADRID, 6 Ago. (EUROPA PRESS) – Este miércoles, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no se ha cortado un pelo al anunciar que planea imponer aranceles del 100% a la importación de chips y semiconductores. Su objetivo es claro: presionar a las empresas para que traigan su producción de vuelta a casa. «Si fabricas en Estados Unidos, no tendrás que preocuparte por recargos», declaró Trump, dejando caer una advertencia directa sobre lo que podría pasar si no cumplen sus promesas.
Una apuesta arriesgada por la industria nacional
La jugada viene acompañada de una oferta tentadora: estas concesiones también se extenderán a quienes estén considerando mover su producción o adquieran ciertos compromisos. Pero ojo, porque la amenaza está ahí: «Si no cumplen, habrá consecuencias». Durante su intervención, Trump destacó que muchas empresas estadounidenses ya están reaccionando rápidamente ante esta medida. En este sentido, presumió de su relación con gigantes como Apple, cuyo director ejecutivo, Tim Cook, anunció un compromiso impresionante de 100.000 millones de dólares para fortalecer la producción nacional. Según Cook, esto eleva las inversiones en Estados Unidos a más de 600.000 millones. Así que ya ven cómo se mueven las fichas en el tablero económico; estamos hablando de mucho dinero y decisiones cruciales que podrían cambiar el rumbo del sector tecnológico.