MADRID, 1 Ago. (EUROPA PRESS) – La situación en Haití se vuelve insostenible y desgarradora. Según la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH), más de 1.500 personas han perdido la vida y otras 600 han resultado heridas a causa de la creciente violencia provocada por pandillas durante el segundo trimestre del 2025. Además, el número de haitianos desplazados ha superado ya los 1,3 millones. Entre abril y junio, al menos 1.520 personas murieron, siendo el 64% a manos de las fuerzas de seguridad, un alarmante 24% por la violencia de las pandillas y un 12% debido a grupos de autodefensa.
Una crisis que afecta a todos
Las estadísticas son escalofriantes: el 87% de las víctimas eran hombres, mientras que solo un 11% eran mujeres y un triste 2%, niños. Además, no podemos olvidar que durante este periodo también se registraron 628 casos de violencia sexual y 185 secuestros, con la mayoría ocurriendo en Artibonito, al oeste del país.
A pesar del esfuerzo por reforzar la seguridad en la capital para reducir los enfrentamientos entre bandas, parece que los problemas se están trasladando hacia nuevas regiones como el centro y sur del país. “La situación en Kenscoff es extremadamente volátil”, advierten desde BINUH.
No todo está perdido; hay esperanzas entre tanta tristeza. Se han creado dos unidades judiciales especializadas para luchar contra estos crímenes masivos y fortalecer los derechos humanos. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer: las autoridades haitianas deben actuar con rapidez para establecer estas unidades judiciales, vetar a aquellos agentes involucrados en violaciones de derechos humanos y mejorar programas destinados a rehabilitar a menores relacionados con pandillas.
A principios del año pasado, una ola brutal de violencia llevó al primer ministro Ariel Henry a dimitir tras ser criticado por su gestión ineficaz tras años marcados por la inestabilidad política desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse en su propia residencia.
A pesar del despliegue internacional encabezado por Kenia para intentar frenar esta espiral violenta, hasta ahora ha sido poco eficaz. La comunidad internacional observa atenta pero sin saber bien cómo ayudar efectivamente a un país sumido en el caos.