En un desgarrador informe, Naciones Unidas ha revelado que desde finales de mayo, 1.373 palestinos han muerto mientras esperaban en largas colas para recibir asistencia humanitaria en la Franja de Gaza. Esta cifra coincide casi exactamente con los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad gazatí, que indicaba hasta este jueves que alrededor de 1.330 personas habían sido tiroteadas por las fuerzas israelíes durante estos momentos críticos.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha expresado su profunda preocupación, señalando que «la mayoría de estas muertes han sido perpetradas por el Ejército de Israel». A través de un comunicado, se ha denunciado que los disparos continúan azotando a quienes intentan acceder a la ayuda humanitaria, especialmente en las rutas utilizadas por la Fundación Humanitaria para Gaza, respaldada por Estados Unidos e Israel.
Una tragedia cotidiana
Desde el 27 de mayo, se han registrado 859 muertes solo cerca de las áreas donde se distribuye la ayuda y otras 514 personas han perdido la vida a lo largo del trayecto seguido por los convoyes humanitarios. «No son solo números», subrayan desde Naciones Unidas. Tan solo entre el 30 y el 31 de julio, 105 palestinos fueron asesinados y otros 680 resultaron heridos en Zikim, al norte de Gaza.
Por otro lado, Human Rights Watch no se ha quedado callada y ha acusado al Ejército israelí de cometer crímenes de guerra. La ONG denuncia un sistema militarizado para distribuir ayuda que transforma esta asistencia vital en un auténtico baño de sangre. «La situación humanitaria es consecuencia directa del uso intencionado del hambre como arma contra civiles», aseveran.
A medida que Belkis Wille, directora asociada de HRW para conflictos y crisis, afirma: «Israel no solo está matando de hambre a los civiles palestinos; también les dispara cuando desesperadamente buscan alimento para sus familias». Es inaceptable pensar que ayudar puede convertirse en una condena a muerte; estamos hablando de vidas humanas.