La tensión entre Ucrania y Rusia ha alcanzado un nuevo pico este jueves, cuando un ataque con drones en la ciudad de Sochi, en la región de Krasnodar, se cobró la vida de al menos dos personas y dejó a más de diez heridas. Las autoridades rusas no han tardado en reaccionar, acusando al «régimen de Kiev» de atacar infraestructuras civiles.
Veniamin Kondratiev, el gobernador local, no pudo contener su indignación y publicó un mensaje en su cuenta de Telegram donde denunció que el ataque fue masivo. En sus palabras, afirmó que dos mujeres perdieron la vida debido a los restos de un dron interceptado que cayeron sobre la calle Aviatsionaya. Además, mencionó que estos restos también causaron daños en un depósito de combustible.
Un ataque que resuena más allá del conflicto
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dejó claro que estas acciones son una clara violación al derecho internacional. “Nada ha cambiado”, dijo con firmeza tras los recientes contactos en Estambul entre las delegaciones implicadas. La preocupación por la seguridad es palpable; Peskov aseguró que están implementando medidas para reforzar la defensa aérea y minimizar riesgos ante estos ataques indiscriminados.
Por su parte, Maria Zajarova, portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, fue aún más contundente: “Esto no son ataques contra las Fuerzas Armadas. Esto es un ataque terrorista contra civiles”. Con cada palabra se siente el eco del sufrimiento causado por esta guerra absurda. Y mientras nosotros observamos desde lejos, estas tragedias se convierten en parte del día a día para quienes viven bajo esta sombra constante.