Las tensiones entre Estados Unidos e Irán vuelven a estar en el centro de la escena. En un movimiento que no sorprende a nadie, el gobierno estadounidense ha decidido lanzar un nuevo paquete de sanciones que apunta directamente a la ‘flota fantasma’ de Teherán, esa red clandestina que parece moverse como pez en el agua para evadir las restricciones y seguir exportando crudo. Además, los dardos también van hacia Hezbolá, un grupo que ha sido señalado como uno de los grandes problemas en la región.
Sanciones al por mayor
La decisión, anunciada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, viene tras una serie de conflictos recientes entre Israel e Irán que llevaron incluso a ataques estadounidenses sobre instalaciones nucleares iraníes. Según Bessent, “el comportamiento de Irán lo ha dejado debilitado”, y aunque tenían la oportunidad de buscar la paz, han optado por el camino del extremismo.
Este nuevo paquete afecta a seis entidades y cuatro buques implicados en esta maraña de transporte petrolero ilegal. Entre las entidades sancionadas se encuentra una red vinculada al empresario iraquí Salim Ahmed Said, conocido por hacer pasar petróleo iraní como si fuera crudo iraquí. Todo esto es parte del esfuerzo por desmantelar esas redes que facilitan el flujo de dinero hacia la Guardia Revolucionaria Iraní.
Bessent subrayó: “El Tesoro seguirá intensificando la presión sobre la capacidad del régimen para acceder a recursos financieros”. Pero eso no es todo; también se han impuesto sanciones a siete líderes de Hezbolá y una entidad relacionada con Al Qard Al Hasán para limitar su influencia en Líbano. El mensaje está claro: Estados Unidos no va a escatimar esfuerzos para garantizar que este grupo terrorista no represente una amenaza para la población libanesa.