En un giro inesperado, Donald Trump ha decidido dar un toque de atención a su antiguo socio, Elon Musk. En una reciente charla con periodistas, el presidente estadounidense no dudó en afirmar que Musk está «enfadado» tras la eliminación de los incentivos para los coches eléctricos. Pero eso no es todo; Trump insinuó que el magnate podría enfrentarse a consecuencias serias, llegando incluso a mencionar la posibilidad de su deportación. «Lo miraré», dijo Trump cuando le preguntaron directamente sobre este asunto.
La realidad detrás de las palabras
Este comentario llega después de que Trump publicara en redes sociales que, sin esas subvenciones, «Elon probablemente tendría que cerrar la tienda y volverse a casa a Sudáfrica», aunque no olvidemos que Musk también tiene nacionalidad estadounidense. En este sentido, el presidente subrayó que las empresas del empresario han disfrutado de muchas ayudas y sugirió, casi con sorna, que el Departamento de Eficiencia Gubernamental –donde Musk tuvo un papel importante– podría tener que volver a lidiar con él.
Lo más curioso es cómo justifica Trump su postura respecto a las ayudas: «Nadie quiere un coche eléctrico». Y él mismo se incluyó en ese grupo al afirmar: «Yo no quiero un coche eléctrico». Esto resulta bastante irónico, considerando que hace poco compró un Tesla frente a las cámaras para intentar suavizar la imagen de la compañía tras algunos comentarios polémicos de su fundador.