En un día que debería ser de esperanza y solidaridad, al menos diez palestinos han muerto tras un nuevo ataque del Ejército israelí. Este trágico episodio se produjo el lunes, en las cercanías de un punto de distribución de ayuda humanitaria en la ciudad de Gaza, en pleno corazón de la Franja, donde los ecos del conflicto siguen resonando con fuerza desde los ataques del 7 de octubre.
Las fuentes médicas, según informa la agencia palestina WAFA, han señalado que el bombardeo alcanzó a un almacén en el barrio de Al Zaitún. Sin embargo, el diario ‘Filastin’ ha elevado el número de fallecidos a trece, mientras que Israel aún guarda silencio sobre lo ocurrido. Esta situación no es nueva; se repite una y otra vez, dejando una estela dolorosa que muchos intentan ignorar.
La cruel realidad del acceso a ayuda humanitaria
Lo más desgarrador es que este ataque se produce en medio de una crisis humanitaria sin precedentes. La Fundación Humanitaria para Gaza (GHF), respaldada por Estados Unidos e Israel, lidera esfuerzos para llevar alivio a quienes más lo necesitan. Sin embargo, las autoridades gazatíes denuncian que ya son más de 550 personas las que han perdido la vida en incidentes similares durante el último mes mientras intentaban acceder a esta ayuda vital.
Y si esto no fuera suficiente para indignarnos aún más, recientes declaraciones filtradas por el diario israelí ‘Haaretz’ confirman algo escalofriante: soldados recibieron órdenes para abrir fuego incluso cuando no había amenaza alguna. En respuesta a esta barbarie, Hamás ha pedido a Naciones Unidas establecer una “comisión internacional” que investigue estos asesinatos indiscriminados. El viceportavoz de la Secretaría General de Naciones Unidas ha calificado como “inaceptable” disparar contra civiles solo porque buscan alimento. Es un clamor claro: necesitamos respuestas y justicia.