El Ejército de Sudán ha dado un paso que podría parecer positivo, aceptando una semana de tregua en la convulsa ciudad de El Fasher, la capital de Darfur Norte. Sin embargo, las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), esos paramilitares que han sembrado el terror en la región, se muestran escépticas. Ellos dicen que no han recibido ninguna notificación sobre esta oferta y, mientras tanto, médicos locales informan sobre 13 vidas perdidas en un reciente ataque. Es evidente: la situación es crítica.
Un asedio insostenible
El Fasher lleva meses atrapada entre bombardeos y una crisis humanitaria sin precedentes. Las organizaciones internacionales alertan sobre el peligro inminente de hambruna. La ciudad, custodiada por milicias y militares bajo el mando del gobernador Minni Minawi, está siendo arrasada; las vías para recibir ayuda están cerradas y los hospitales sufren constantes ataques.
La decisión del líder sudanés Abdelfatá al Burhan fue celebrada por algunos como un gesto hacia la paz, con Minawi incluso expresando su apoyo a través de redes sociales. Pero no todos comparten este optimismo. Activistas han pedido que António Guterres, el secretario general de la ONU, extienda su llamada a ‘Hemedti’, el comandante paramilitar que asegura no estar al tanto de ningún alto al fuego.
Sin embargo, lo más alarmante es que este asesor legal ha declarado sin tapujos que no tienen intención alguna de aceptar una tregua. Y aunque afirman haber evacuado a miles de civiles, otros informes contradicen esto: muchas personas siguen atrapadas dentro de la ciudad.
A medida que avanza la tensión y con rumores sobre movimientos desesperados por parte del Ejército para suministrar recursos a sus tropas asediadas, lo cierto es que las RSF han dejado claro su rechazo a cualquier tipo de acuerdo pacífico.
Apenas unas horas después del anuncio oficial de tregua, los médicos denunciaron nuevos ataques mortales. La guerra en Sudán se ha convertido en uno de los capítulos más devastadores en África; cada día se cuentan más víctimas y muchos huyen hacia países vecinos enfrentándose a enfermedades y condiciones infrahumanas. Y así sigue este trágico ciclo donde parece que la humanidad queda tirada a un lado mientras la lucha continúa.