Madrid, 19 de junio. La situación en Hungría se vuelve cada vez más tensa. Este jueves, la Policía ha decidido prohibir el desfile del Orgullo, programado para el próximo 28 de junio. Todo esto ocurre a pesar del apoyo mostrado por el alcalde de Budapest, Gergely Karacsony, quien había anunciado que la celebración seguiría adelante, desafiando así la reciente ley anti LGTBI impulsada por el Gobierno de Viktor Orbán.
Un acto de resistencia ante la opresión
Tamas Terdik, jefe de la Policía de Budapest, ha justificado esta decisión argumentando que su función es regular las reuniones públicas. Pero lo cierto es que tras este comunicado se siente una preocupación palpable; ¿qué significa realmente proteger a los menores si no se les permite conocer y celebrar la diversidad? La ley prohíbe cualquier tipo de exhibición pública que contradiga los valores tradicionales establecidos por el Gobierno. En sus palabras: existe el riesgo de que “una persona menor de 18 años” sea expuesta a conductas consideradas “prohibidas” durante la marcha.
A pesar de estas amenazas legales, Karacsony no se rinde. En sus redes sociales dejó claro que este evento no solo es municipal sino también una colaboración con la Fundación Misión Arcoíris. Ha reafirmado su compromiso con la celebración afirmando que no habrá camiones ni bailarines en un intento por suavizar las preocupaciones oficiales y añadiendo: “La libertad y el amor no se pueden prohibir”. Este mensaje resuena con fuerza entre quienes luchan contra la represión.
No podemos olvidar las palabras del alcalde en Viena, donde planteó una reflexión poderosa: “Si se puede vetar el Orgullo en un estado miembro de la Unión Europea, entonces ningún ciudadano europeo estará a salvo”. Esta semana pasada fue respaldado por una veintena de Estados miembros que enviaron una carta pidiendo al primer ministro húngaro que derogue esta ley injusta. Mientras tanto, Orbán insiste en que solo busca proteger a las familias con estas legislaciones.
Lo cierto es que estamos ante un momento crucial para los derechos LGTBIQ+ en Europa y cada voz cuenta. La lucha sigue viva y debemos permanecer alertas ante estos retrocesos que intentan tirar a la basura años de avances sociales.