El pasado domingo, la situación en Irán se tornó aún más tensa cuando el Ejército del país confirmó que había sido blanco de ataques. Las instalaciones nucleares de Isfahán, un punto neurálgico para el desarrollo nuclear iraní, fueron el foco de estos bombardeos. La noticia llega después de que la agencia nuclear de Naciones Unidas informara sobre daños significativos en dos plantas dedicadas al tratamiento de uranio y combustible.
Un mensaje claro desde Israel
El coronel Avichai Adraee, portavoz militar israelí, no dudó en compartir su versión a través de redes sociales: «Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han atacado con fuerza una instalación nuclear iraní en Isfahán». Un mensaje directo que deja claro que Israel no está dispuesto a dar tregua ante lo que considera una amenaza inminente.
Ayer mismo, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) corroboró los daños, revelando que cuatro edificios críticos habían sido afectados. Entre ellos se encontraba una instalación clave para la conversión del uranio y otra dedicada a la fabricación de placas de combustible. Sin embargo, Adraee no especificó cuándo ocurrieron exactamente estos ataques, dejando abierta la pregunta sobre las futuras acciones militares.
Para finalizar su declaración, el portavoz fue contundente: «Las Fuerzas de Defensa continuarán atacando las capacidades nucleares iraníes para eliminar la amenaza que representan». Con estas palabras resuena un eco inquietante sobre lo que podría venir en el horizonte y nos invita a reflexionar sobre las implicaciones globales de esta escalada militar.