En un giro inesperado de los acontecimientos, el Mando Norte de Estados Unidos ha decidido enviar a 700 marines a Los Ángeles en las próximas 48 horas. ¿La razón? Las protestas que comenzaron el pasado viernes en esta ciudad californiana y que rápidamente se han extendido como un reguero de pólvora por al menos trece estados. Todo esto, en respuesta a las redadas del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) contra la migración irregular.
Un despliegue sin precedentes
Este nuevo contingente se suma a la Policía local y a más de 4.000 soldados de la Guardia Nacional, con 2.100 ya desplegados y otros tantos listos para salir este jueves. El general Scott Sherman, quien lidera la operación, ha admitido que todavía no está claro qué papel jugarán exactamente estos cuerpos de seguridad. Jim McDonnell, jefe del Departamento de Policía de Los Ángeles, ha señalado que estamos ante una situación sin precedentes.
A pesar del toque de queda impuesto desde las 20:00 horas locales, las protestas continúan por sexto día consecutivo. La CNN informa sobre entre 20 y 30 detenciones durante la noche, junto con disparos de pelotas de goma y el uso de Policía montada para dispersar a los manifestantes.
Por si fuera poco, el gobernador Gavin Newsom ha denunciado en redes sociales un alarmante incendio en San Bernardino que ya abarca 4.000 acres, justo cuando cinco equipos de bomberos tienen escaso personal debido al despliegue ordenado por Trump para un acto político. «Esto no solo es ilegal; es peligroso», agregó Newsom.
Y mientras todo esto ocurre en California, otras ciudades como Spokane han declarado el estado de emergencia y están lidiando con su propio caos: más de 30 arrestos, toques de queda y una creciente tensión social. En Nueva York, Las Vegas e Indiana también resuena el eco del descontento popular.