En un giro que ha sacudido a la opinión pública, el gobernador de Texas, Greg Abbott, ha decidido activar a la Guardia Nacional del estado. Esta medida, anunciada este miércoles, tiene como objetivo «garantizar la paz y el orden» en un momento donde las tensiones están al límite.
Abbott no se ha andado con rodeos. En sus palabras, asegura que este cuerpo militar utilizará «todas las herramientas y estrategias necesarias» para apoyar a las fuerzas de seguridad en su misión de mantener el control. Pero aquí viene lo preocupante: su declaración también incluye una advertencia clara: “La protesta pacífica es legal. Dañar a personas o propiedad es ilegal y llevará a su arresto”. ¿Es esto realmente lo que necesitamos? Más vigilancia y menos diálogo.
Un clima tenso ante las próximas protestas
A medida que se acercan las manifestaciones contra las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), Abbott parece decidido a mostrar músculo. En su cuenta de X, afirmó que firmará una ley para asegurar que los agentes puedan combatir el crimen sin miedo a represalias judiciales por parte de fiscales «canallas», subrayando así un claro apoyo a sus fuerzas del orden.
La pregunta que muchos se hacen es: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar? La historia reciente nos enseña que en tiempos de crisis social, optar por la fuerza raramente trae soluciones duraderas. Mientras tanto, los ecos de estas decisiones resuenan no solo en Texas, sino también más allá de sus fronteras.