En un giro alarmante de los acontecimientos, la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) ha decidido cerrar indefinidamente todos sus puntos de entrega de ayuda en la Franja. Este anuncio, que no solo deja a miles sin apoyo, se produce en medio de un conflicto que ya ha cobrado demasiadas vidas y que continúa agravándose. ¿Cómo es posible que, ante tanto sufrimiento, se tomen decisiones tan drásticas?
El mensaje fue claro y directo: “Por su seguridad, manténganse alejados”. Así lo comunicó la GHF a través de su cuenta oficial en Facebook, dejando a la población con un sabor amargo y un futuro incierto. Aunque prometen reanudar las operaciones más adelante, no han ofrecido ningún detalle concreto sobre cuándo será eso.
Un contexto lleno de críticas y desconfianza
Ayer mismo, antes del cierre, lograron entregar alrededor de 25.000 paquetes alimentarios en dos lugares específicos. Sin embargo, esto no es suficiente. La GHF quiere aumentar estas cifras hasta alcanzar unas impresionantes 4,5 millones de comidas al día. Pero aquí es donde surge la controversia: muchos organismos internacionales acusan a esta fundación de violar normas básicas de neutralidad y transparencia.
No podemos ignorar las voces desde Gaza, donde el Movimiento Hamas denuncia más de cien muertes durante estas entregas debido a disparos israelíes. El secretario general de la ONU, António Guterres, exige una investigación urgente sobre estos trágicos eventos. En medio del caos actual —que comenzó tras los ataques del 7 de octubre— las cifras son desgarradoras: más de 54.650 muertos y 125.500 heridos según informes recientes.
Es evidente que el sistema está fallando; cada día que pasa sin una solución viable significa más dolor para quienes ya sufren demasiado. La comunidad internacional debe reaccionar ante esta crisis humanitaria antes que sea demasiado tarde.