BRUSELAS, 5 de junio. Hoy ha sido un día decisivo en el seno de la OTAN. Mark Rutte, el secretario general de la organización, ha lanzado una propuesta que no pasa desapercibida: destinar un 5% del PIB al gasto en Defensa. Sí, lo has oído bien. Este 5% se divide en dos partes: un 3,5% para inversión militar directa y un 1,5% para gastos relacionados con el Ejército y sus infraestructuras.
Afrontando nuevos desafíos
La idea ha surgido tras la reunión de ministros de Defensa, donde se han debatido las nuevas exigencias militares. Rutte no ha dudado en poner sobre la mesa esta iniciativa justo antes de la cumbre que se celebrará en La Haya los días 24 y 25 de junio. “Es el momento de dar un paso adelante”, afirmó durante una rueda de prensa desde Bruselas.
Sorprende ver cómo este ex primer ministro neerlandés menciona que su propuesta busca equiparar el antiguo objetivo del 2%, añadiendo además esa porción extra para reforzar nuestras capacidades defensivas. No obstante, ha evitado fijar un plazo concreto para que los aliados cumplan con esta meta.
Aquí es donde entra la parte interesante: Rutte destaca que este nuevo enfoque contempla aspectos como la movilidad militar y la preparación ante conflictos o emergencias. En resumen, parece que todos estamos obligados a ponernos las pilas si queremos estar a la altura del escenario global actual.
La pregunta es: ¿seremos capaces? Algunos críticos temen que esto genere problemas aún mayores en otros sectores vitales como el acceso a vivienda o incluso los precios a los que nos enfrentaremos en un futuro próximo. Mientras tanto, el clamor por una mayor inversión sigue resonando entre los líderes internacionales.