En un giro inesperado de los acontecimientos, el Kremlin ha confirmado este miércoles lo que muchos ya sospechaban: el puente que une Crimea con Krasnodar fue objeto de un ataque. Fue el martes cuando se escuchó una explosión resonante, pero lo curioso es que desde Moscú aseguran que no hubo daños graves. Según las palabras de Dimitri Peskov, portavoz de la Presidencia rusa, «hubo una explosión», pero en un intento por calmar las aguas, enfatizó que «no hubo daños» y que el puente sigue funcionando como si nada. ¿Acaso suena a maniobra política?
Una batalla de narrativas
Kiev, por su parte, tiene otra versión. El Servicio de Seguridad Ucraniano (SBU) afirma rotundamente que sí hubo «graves daños» en lo que ellos llaman una «operación especial», donde más de una tonelada de explosivos fueron colocados bajo el agua. Y claro, no es para menos: este puente es considerado un objetivo legítimo debido a su crucial importancia para abastecer a las tropas rusas.
Peskov, en su comparecencia ante los medios, no se quedó callado y arremetió contra lo que él denomina «régimen de Kiev», acusándoles de atacar infraestructuras pacíficas. En medio de esta tensión, dejó claro que Rusia tomará todas las precauciones necesarias para proteger sus intereses.
No olvidemos que el puente de Kerch es más que una simple estructura; es un símbolo del dominio ruso sobre Crimea desde su anexión en 2014. Su relevancia estratégica lo convierte en un blanco recurrente y ya hemos visto cómo sufrió un ataque anterior con la explosión de un camión en octubre del año pasado. La historia parece repetirse mientras nos preguntamos: ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar en esta guerra?