La situación del Sáhara Occidental sigue siendo un tema candente en la política internacional, y este domingo, el ministro de Asuntos Exteriores británico, David Lammy, ha dejado claro que Reino Unido está con Marruecos en su propuesta de autonomía para esta antigua colonia española. En sus palabras, Lammy ha señalado que considera este plan como «la base más creíble, viable y pragmática para resolver el contencioso».
Un respaldo significativo
El apoyo británico llega en un momento en que otros países como Francia y España también han mostrado su respaldo a la iniciativa presentada por Marruecos en 2007. Según el comunicado emitido desde Rabat, Reino Unido no solo pretende mantener una postura activa a nivel bilateral y regional, sino que también está dispuesto a colaborar económicamente. La idea es clara: si se resuelve este conflicto, se podría impulsar la estabilidad en toda la región del norte de África.
No obstante, detrás de estas promesas también hay preocupaciones latentes. Muchos saharauis ven con recelo estos movimientos diplomáticos; tras años de resistencia frente a la ocupación marroquí desde 1975 y un alto el fuego firmado hace más de tres décadas con el Frente Polisario aún sin un referéndum claro a la vista. Para ellos, este cambio de postura por parte de potencias europeas es una traición dolorosa.
Aún así, tanto Lammy como Bourita coinciden en que las iniciativas económicas podrían ser un puente hacia soluciones más duraderas. La agencia británica UK Export Finance tiene planes para invertir hasta 5.000 millones de libras en proyectos dentro del Sáhara.
Aunque hay quienes critican esta visión demasiado optimista ante un problema tan complejo, lo cierto es que las palabras de compromiso activo del Reino Unido son un indicativo de que los grandes actores internacionales están dispuestos a participar en una búsqueda conjunta por la paz y estabilidad del continente africano.