En un momento en el que Europa parece tambalearse ante el auge del extremismo, Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha decidido alzar la voz. Desde Aquisgrán, donde recogió el ‘Premio Internacional Carlomagno’, expresó su profunda preocupación por lo que está sucediendo en nuestro continente. «No podemos limitarnos a quejarnos», afirmó con firmeza, porque lo que realmente necesitamos es fortalecer la democracia y ser verdaderos motores de cambio.
La historia nos llama a actuar
Recorriendo las calles de esta ciudad simbólica, donde nació la madre de Anna Frank, Von der Leyen recordó una lección crucial: «La historia nos enseña que hay que estar alerta frente a quienes siembran odio y división». No se trata solo de palabras; es un recordatorio palpable para todos nosotros. Ella sabe bien a dónde conduce este camino oscuro: inevitablemente a la ruina. «Nunca jamás recorreremos ese camino de nuevo», aseguró con determinación.
A medida que avanzaba en su discurso, hizo hincapié en la importancia de renovar nuestras democracias. Todos hemos visto cómo están siendo atacadas tanto desde fuera como desde dentro. «Es hora de plantar cara a estas amenazas», insistió, reconociendo que muchos solo han conocido una vida democrática, pero otros aún recuerdan los tiempos oscuros bajo regímenes opresivos.
Pero no todo está perdido; hay esperanza si decidimos actuar juntos. La presidenta también destacó que no basta con criticar el voto hacia partidos extremos. «Debemos ofrecer un argumento más fuerte y entender las razones detrás del descontento». Las preocupaciones sobre inmigración irregular o el alto coste de vida son reales y deben abordarse. La clave está en demostrar que la democracia puede funcionar para todos.
Cerrando su intervención, Von der Leyen reivindicó con pasión nuestra identidad europea: «No somos solo italianos o españoles; somos europeos». Esa conexión va más allá de fronteras; se nutre de empatía y solidaridad. En sus palabras resuena una llamada urgente: debemos asegurarnos de que este legado perdure para las futuras generaciones.
«Larga vida a Europa», concluyó ella con convicción.