En un día que debería ser como cualquier otro, el cielo sobre Gaza se tornó gris y pesado. Este jueves, alrededor de 20 palestinos han perdido la vida debido a un bombardeo llevado a cabo por el Ejército de Israel en un campamento de refugiados situado en el corazón de la Franja. Todo esto sucede en medio de una ofensiva que se intensificó tras los ataques del pasado 7 de octubre, orquestados por el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) y otras facciones palestinas.
La devastación golpea a familias enteras
Según reportes de la agencia palestina WAFA, este ataque alcanzó una vivienda en el campamento de Al Bureij, dejando al menos 19 muertos. Sin embargo, hay quien eleva esta cifra; el diario ‘Filastin’ habla ya de 23 fallecidos, la mayoría pertenecientes a una misma familia. Es desolador pensar que estas víctimas son más que cifras: son personas con sueños y esperanzas, cuyas historias quedaron truncadas.
A medida que las autoridades gazatíes, bajo el control de Hamás, elevan la cifra total a cerca de 54.100 muertos desde el inicio del conflicto, no podemos ignorar las alertas internacionales sobre la crisis humanitaria. Las imágenes desgarradoras nos muestran cómo decenas mueren lentamente por hambre debido a la falta de alimentos y recursos esenciales. En medio de tanta barbarie y sufrimiento, es vital recordar que detrás de cada número hay una vida humana perdida.