En un giro más del conflicto que parece no tener fin, el Ejército israelí ha lanzado una nueva ofensiva sobre el aeropuerto de Saná, la capital yemení. Este ataque se produce tras los últimos lanzamientos de misiles por parte de los hutíes, quienes han respondido así a la escalada de violencia en Gaza. Hasta ahora, no hay noticias sobre víctimas en este último episodio bélico.
Una guerra que arrastra a todos
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han declarado que su objetivo era un avión utilizado por los hutíes, al que describen como «parte del régimen terrorista». Según ellos, este aparato era usado para transportar a individuos implicados en ataques contra Israel. Pero lo más inquietante es que apuntan a que esta infraestructura civil ha sido explotada “continuamente” para actividades terroristas.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha dejado claro su mensaje: «Cualquiera que ataque a Israel pagará un alto precio». Y lo reafirmó con la destrucción del último avión en uso por los hutíes. Esta amenaza se siente fuerte entre las comunidades afectadas: «Los puertos y aeropuertos en Yemen seguirán siendo golpeados; esto es solo el comienzo», advirtió Katz.
Aunque todavía no hemos escuchado respuesta alguna por parte de los hutíes a estos bombardeos, sabemos que estos ataques son sólo una continuación de una serie interminable de represalias. Tras romperse el alto el fuego en marzo y reavivarse la agresión contra Gaza después del 7 de octubre, la situación parece empeorar cada día.
Los rebeldes controlan Saná desde 2014 y han dejado claro que no detendrán sus ataques hasta que cese la agresión contra Gaza y se levante el cerco sobre dicho enclave palestino. Este ciclo violento deja una estela dolorosa detrás; mientras unos luchan por sobrevivir, otros buscan venganza en medio del caos.