En un giro inesperado de los acontecimientos, un grupo de 16 países de la Unión Europea, sin contar a España, ha decidido plantar cara al gobierno de Viktor Orbán. La razón no es otra que las recientes medidas anti LGTBIQ+ que han emergido en Hungría y que han puesto en alerta a muchos. Esta declaración conjunta refleja una preocupación palpable: esas acciones son consideradas como una violación clara de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales.
Las voces firmantes, entre ellas Francia y Alemania, no se andan con rodeos. Aseguran estar «profundamente preocupados» por unas reformas legislativas adoptadas el pasado marzo y abril, que parecen ir en contra de la dignidad humana y el respeto básico que todos merecemos. En sus propias palabras, estos cambios son contrarios a lo que significa ser parte de la familia europea.
Pidiendo un cambio urgente
Con firmeza, exigen a Hungría que revise estas leyes y garantice el respeto por los Derechos Humanos. «Es innegociable proteger las libertades fundamentales de todos sus ciudadanos», enfatizan. Además, hacen eco del llamado de la Comisión Europea, instando a utilizar todas las herramientas necesarias para asegurar que se respeten esos derechos esenciales si no hay cambios.
A esta lista de países se suman Austria, Bélgica, República Checa, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Irlanda y más; un coro unido clamando por justicia e igualdad. Mientras tanto, el debate sobre la deriva política húngara sigue su curso en el consejo de Asuntos Generales europeo.