MADRID, 23 de mayo. En la oscura madrugada de este viernes, las autoridades de la Franja de Gaza, bajo el control del Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás), han levantado la voz para denunciar una nueva tragedia. Seis trabajadores humanitarios han perdido la vida en Deir al Balá, un lugar que debería ser un refugio y no un campo de batalla. Este ataque del Ejército israelí ha sido descrito como una masacre horrible, parte de un plan orquestado para ‘maquinar la inanición’ entre una población ya golpeada por años de sufrimiento.
Un llamado a la comunidad internacional
La Oficina de Medios del Gobierno gazatí ha señalado que durante esta ofensiva, el ejército lanzó ocho redadas directas contra estos valientes voluntarios que sólo intentaban llevar ayuda a quienes más lo necesitan. Mientras los bombardeos continuaban, el acceso a los mártires se tornaba casi imposible. Los responsables han manifestado su condena más firme hacia las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), acusándolas de interrumpir tareas humanitarias fundamentales como asegurar suministros médicos esenciales.
No se trata solo de una cifra más; al menos 409 trabajadores humanitarios han muerto desde que comenzó esta ofensiva en octubre. Las autoridades gazatíes no solo piden justicia, sino también una intervención urgente por parte de la comunidad internacional para poner fin a estos crímenes y garantizar que quienes llevan ayuda puedan hacerlo sin miedo y con seguridad. La tragedia sigue su curso y con ella, el clamor por dignidad y respeto hacia una vida humana que no debería verse amenazada ni siquiera en medio del caos.