El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha salido a la palestra este viernes para dejar claro que no hay conflicto de intereses en su propuesta de nombrar a David Zini como nuevo jefe de los servicios de Inteligencia Nacional. En un momento delicado para el país, donde la seguridad es una prioridad, Netanyahu ha subrayado que esta decisión debe tomarse «lo antes posible». Y vaya que las voces críticas no se han hecho esperar, sobre todo las de la fiscal general, Gali Baharav-Miara, y parte de la oposición.
La urgencia por la seguridad nacional
Desde su oficina, Netanyahu ha lanzado un comunicado rotundo: «El jefe del Shin Bet debe ser nombrado ya». La frase resuena en un contexto marcado por múltiples frentes bélicos. Según el primer ministro, cualquier retraso en este proceso pone en riesgo no solo la seguridad del Estado sino también la vida de nuestros soldados. «Esto es una necesidad de seguridad del máximo nivel», insistió con firmeza.
Aunque algunos puedan pensar que Zini podría estar involucrado en los escándalos alrededor del caso ‘Qatargate’, donde varios asesores están bajo investigación por filtrar información a favor del Gobierno qatarí, Netanyahu asegura que eso es pura especulación. De hecho, afirmó que Zini «no estará implicado» y defendió su posición afirmando que no existe conflicto alguno.
Las tensiones han ido creciendo desde que Baharav-Miara denunciara públicamente a Netanyahu por actuar contra lo dictaminado por el Tribunal Supremo. Esta semana se determinó que el cese del anterior jefe del Shin Bet, Ronen Bar, fue ilegal y pidió suspender cualquier nombramiento hasta resolver esa situación. La fiscal expresó su preocupación por cómo puede verse afectado el proceso de selección debido a lo que ella califica como un evidente conflicto de intereses.
No hay duda de que la destitución de Bar ha dejado huella entre los ciudadanos y la oposición, quienes ven esto más como un castigo por investigar al propio primer ministro que como una cuestión profesional real. Mientras tanto, Netanyahu justifica dicha destitución alegando fallos graves en materia de seguridad durante los ataques perpetrados por Hamás el 7 de octubre pasado. Bar contrasta con su versión y sostiene que su salida se debió más bien a una falta total de lealtad hacia él y sus exigencias.