En una jornada que debería haber sido de aprendizaje y preparación, la realidad se tornó oscura para el Ejército ucraniano. Al menos seis soldados han perdido la vida y más de diez han quedado heridos tras un ataque devastador perpetrado por las fuerzas rusas contra un centro de entrenamiento en la provincia de Sumi, al noreste del país. Las autoridades ucranianas han confirmado este trágico episodio, que se produjo durante el martes, un día que comenzó como cualquier otro.
La cruda verdad tras el ataque
La Guardia Nacional ucraniana no ha podido contener su dolor y ha compartido sus sentimientos a través de Facebook, describiendo el ataque como un “trágico incidente”. Las víctimas estaban inmersas en “maniobras en una zona de disparo militar”, cuando se desató la tragedia. Mientras tanto, se ha puesto en marcha una investigación y se ha decidido suspender al comandante de la unidad militar implicada. En sus palabras, expresaron sus más sinceras condolencias a las familias afectadas; sin duda, una herida profunda para todos los que quedan atrás.
Desde el lado ruso, el Ministerio de Defensa hizo eco del ataque afirmando que sus “actividades de reconocimiento” habían llevado a identificar este centro. Aseguraron haber lanzado un misil balístico ‘Iskander’ después de recibir las coordenadas adecuadas. Sin embargo, hablan de cifras escalofriantes: ellos aseguran que al menos 70 militares ucranianos perdieron la vida, entre ellos 20 instructores. Un contraste brutal con lo confirmado desde Kiev.