MADRID, 15 de mayo. (EUROPA PRESS) – En un giro inesperado de los acontecimientos, Donald Trump ha declarado este jueves que está «muy cerca» de alcanzar un acuerdo con Irán sobre su controvertido programa nuclear. Pero no todo es color de rosa; el presidente estadounidense no se ha cortado a la hora de advertir que si las negociaciones fracasan, podríamos enfrentarnos a «una violencia jamás vista». Y es que en la vida, como bien sabemos, las palabras pueden ser tan afiladas como una espada.
Un paso adelante o un abismo
Desde Doha, capital de Qatar y escenario de su última gira por Oriente Próximo, Trump expresó su optimismo: «Hay un paso muy, muy bueno, y hay un paso violento». Sin embargo, se muestra reacio a dar ese segundo paso hacia la violencia. ¿Nos sorprende? No realmente. Muchos están ansiosos por ver hasta dónde llega esta retórica llena de bravatas. Aunque él asegura que Irán ha aceptado las condiciones planteadas –y lo dice con una sonrisa– parece que la tensión sigue flotando en el aire.
Las reacciones desde Irán no tardaron en llegar. El presidente iraní Masoud Pezeshkian le respondió sin pelos en la lengua: «Nunca negociaremos nuestra dignidad». Palabras fuertes que nos recuerdan que para los iraníes este tema va más allá de simples acuerdos diplomáticos; es una cuestión de orgullo nacional y resistencia histórica.
Pezeshkian también criticó a Trump por acusar a Irán de apoyar el terrorismo mientras él mismo lleva sobre sus espaldas el peso del asesinato del general Qassem Soleimani. Así que ahí lo tenemos: dos líderes en posiciones opuestas, cada uno defendiendo su territorio y principios mientras el mundo observa expectante cómo se desarrolla esta historia cargada de incertidumbre.