En un escenario lleno de miradas expectantes, el canciller alemán, Friedrich Merz, se presentó este miércoles ante el Bundestag con un discurso que no dejó a nadie indiferente. Con la economía del país tambaleándose y una sensación general de incertidumbre en el aire, Merz hizo un llamado claro: es hora de poner fin a lo que él considera una «inmigración descontrolada» que ha marcado la última década.
Un cambio radical en la política migratoria
Alzó la voz, no solo para hablar de cifras, sino para pedir un cambio palpable tras las políticas de puertas abiertas que caracterizaron el mandato de Angela Merkel. «Hemos permitido demasiada inmigración poco cualificada», aseguró Merz con determinación. Y como si su mensaje no pudiera ser más contundente, prometió aumentar las deportaciones y endurecer los controles fronterizos. Lo escuchamos y nos preguntamos: ¿realmente es este el camino correcto?
Aprovechando el momento, también tocó otros temas vitales para Alemania. Habló del «milagro alemán», esa esperanza renovadora que todos deseamos ver florecer nuevamente. Pero ¿cómo lograrlo? Con rebajas fiscales y menos burocracia, según él. Sin embargo, advirtió: cualquier endeudamiento debe ser estratégico y sostenible; nada de tirar el dinero a la basura sin pensar en las consecuencias.
No solo se quedó ahí; Merz también miró hacia afuera. En su papel como líder global, subrayó la importancia de encontrar un equilibrio entre los intereses europeos y norteamericanos frente a conflictos como el de Ucrania. «No podemos ser ajenos», afirmó con firmeza mientras promete apoyo incondicional al país ucraniano.
A medida que escuchábamos sus palabras resonar en la sala, nos quedaba claro que este nuevo capítulo político está lleno de promesas audaces y decisiones difíciles por venir. ¿Estamos listos para enfrentar los retos que se avecinan?