MADRID, 13 de mayo. (EUROPA PRESS) – La situación es alarmante y no podemos cerrar los ojos. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, ha manifestado su profunda preocupación por cómo Estados Unidos está llevando a cabo estas deportaciones masivas desde que Donald Trump regresó a la Casa Blanca. Hasta ahora, se han contabilizado unas 142.000 deportaciones, y la verdad duele.
Derechos Humanos en juego
Turk sostiene que estamos ante una posible violación de derechos fundamentales, tanto según la legislación estadounidense como bajo el Derecho Internacional. Nos habla del derecho a las garantías procesales, a no ser detenidos arbitrariamente, y a tener acceso a un recurso efectivo. ¿Es mucho pedir?
Recientemente, la ONU ha levantado la voz por al menos 245 venezolanos y unos 30 salvadoreños, expulsados a El Salvador donde están siendo recluidos mayormente en el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT). Las condiciones allí son realmente duras; más de un centenar de venezolanos ya se encuentran atrapados en esta prisión, un claro símbolo del enfoque del Gobierno de Nayib Bukele contra la inseguridad.
Aquí viene lo más preocupante: muchos detenidos ni siquiera tienen idea de adónde van o no pueden comunicarse con un abogado para presentar recursos ante los tribunales estadounidenses. Y lo peor es que tanto las autoridades estadounidenses como las salvadoreñas aún no han hecho públicas listas oficiales de detenidos.
Las familias afectadas han compartido su dolor y frustración, sintiéndose impotentes al ver cómo sus seres queridos son considerados delincuentes violentos sin ningún juicio previo que valide tales afirmaciones. Es desgarrador escucharles decir que ven cómo se les trata casi como terroristas sin pruebas sólidas que respalden esas acusaciones.
Además, Turk denuncia prácticas inhumanas: algunos fueron detenidos y deportados incluso encadenados, mientras que el discurso degradante hacia los migrantes también ha sido extremadamente preocupante. Este tipo de retórica no solo deshumaniza, sino que alimenta un ciclo vicioso de violencia y miedo.
A pesar del panorama sombrío, Turk hace un llamado a la Administración Trump para garantizar derechos y libertades fundamentales para todos estos individuos afectados. También ha destacado el papel crucial del poder judicial y la sociedad civil en Estados Unidos para proteger esos derechos humanos tan básicos. Pero esto choca directamente con las críticas lanzadas por el propio presidente hacia ciertos jueces que intentan frenar estas políticas abusivas.