La angustia se apodera de las familias mientras Hamás comparte un vídeo que muestra a dos de los rehenes supuestamente vivos en la Franja de Gaza. En él, Yosef Haim Ohana y Elkana Bohbot aparecen visiblemente deteriorados. La situación es alarmante, especialmente para Rebecca González, esposa de Elkana, quien ha visto cómo su marido ha ido empeorando con cada nuevo mensaje que llega desde el otro lado.
Ohana, en una declaración conmovedora, describe a su compañero como alguien que “no puede hacer nada” y que ha dejado de alimentarse. Sus palabras son un eco desgarrador del peligro inminente al que se enfrentan: “Nuestras vidas corren peligro inminente; cada minuto es crítico”, dice. Este lamento resuena en todos aquellos que esperan ansiosos una solución a este conflicto eterno.
La realidad desgarradora de las familias afectadas
A medida que los días pasan y las esperanzas parecen desvanecerse, Rebecca comparte su dolor con Europa Press. Ella confiesa que esos vídeos no han hecho más que intensificar su miedo. “Hasta el primer vídeo quería saber cómo estaba, pero no imaginé cuánto me iba a doler”, reflexiona con lágrimas en los ojos.
El día del ataque fue un punto de inflexión. Elkana le había prometido volver a casa: “Te lo prometo”. Pero esa promesa quedó rota cuando recibió la llamada desgarradora informándole sobre su secuestro. Desde entonces, vive atrapada entre recuerdos felices y un futuro incierto para su hijo pequeño, quien pregunta por su padre todos los días.
Las familias no están solas en esta lucha; miles se han unido en concentraciones pidiendo al gobierno israelí priorizar la vida de sus seres queridos por encima de cualquier estrategia política o militar. “Nos sentimos solos y desesperados”, confiesa Rebecca con impotencia. Para ella, es fundamental que quienes están al mando desde el 7 de octubre rindan cuentas por sus decisiones fallidas.
A medida que avanza la conversación sobre el conflicto entre Israel y Hamás, queda claro que la solución no es tan simple como bombardear o presionar más fuerte. Rebecca apunta a una verdad cruda: “¿Dónde estaba el Ejército? Son ellos quienes deben protegernos”. Su preocupación va más allá del presente; teme por el futuro si esto sigue así: “Ninguna madre querrá enviar a sus hijos al ejército si temen ser secuestrados”. Es un dilema desgarrador al cual todos deberían prestar atención.