MADRID, 10 de mayo. – La situación en Sudán se torna cada vez más desoladora. Al menos diez vidas se apagaron en un bombardeo brutal atribuido a las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) que atacaron un campo de desplazados en el oeste del país. Este trágico incidente ocurrió en Abú Shuk, cerca de la capital El Fasher, uno de los puntos más críticos del conflicto que estalló este año entre los paramilitares y el Ejército sudanés.
Una familia destrozada
Un voluntario médico que se encuentra en el campamento nos cuenta con tristeza cómo diez miembros de una misma familia perdieron la vida tras el impacto directo de un proyectil que destruyó su refugio improvisado. “Es devastador ver cómo una familia entera puede desaparecer así”, expresa mientras sus ojos reflejan el dolor ajeno.
Abú Shuk ha sido un santuario temporal para cientos de miles de sudaneses que huyen desesperadamente del caos reinante. Pero ahora, ante la presión constante de las RSF, muchos se ven obligados a abandonar lo poco que les queda, enfrentándose a la falta total de comida y agua. La comunidad local señala con preocupación que este ataque no es un hecho aislado; es parte de una serie continua de desplazamientos forzados. A pesar de que las RSF suelen desmentir tales acciones e insisten en que todo es una manipulación del Ejército, la realidad sobre el terreno pinta un panorama sombrío.
El eco del sufrimiento resuena entre los habitantes, mientras luchan por sobrevivir y mantener la esperanza ante tanta adversidad. Esta historia no es solo una cifra más; son personas con sueños truncados y familias destrozadas.