MADRID, 8 de mayo. Hoy es un día que muchos en Gaza recordarán. Las autoridades israelíes han decidido liberar a once presos palestinos que llevaban meses encarcelados tras la ofensiva desatada en octubre del año pasado por los ataques de Hamás. Estos hombres, con edades que oscilan entre los 21 y 55 años, llegaron al Hospital de los Mártires de Al Aqsa, donde fueron recibidos con preocupación y alivio.
Según fuentes médicas consultadas por la agencia WAFA, estos prisioneros muestran síntomas alarmantes como agotamiento extremo y fatiga. Se habla de torturas y malos tratos durante su tiempo en prisión, un testimonio desgarrador que no podemos ignorar. La situación es aún más impactante si consideramos que Israel mantiene en sus cárceles a más de 9.500 presos palestinos, incluyendo niños, mujeres y miles bajo detención administrativa, lo que permite su encarcelamiento indefinido sin cargos claros.
Un paso hacia la libertad en medio del dolor
La liberación de estos once hombres es solo una pequeña luz en un túnel muy oscuro. Muchos se preguntan si esto será suficiente para cambiar algo o si solo es un gesto simbólico ante la comunidad internacional. La realidad es cruda: el sufrimiento persiste y las injusticias siguen latentes.