En un giro inesperado y preocupante, este jueves el Ejército de Israel ha lanzado una ofensiva contra varios colegios de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA) situados en Jerusalén Este. Entre ellos, se encuentran aquellos que funcionan en el campamento de Suafat. La orden es clara: tanto alumnos como profesores deben abandonar los edificios sin dilaciones a medida que se hace efectiva la prohibición del uso de seis centros educativos, anunciada hace un mes y que permanecerá vigente indefinidamente.
Esta decisión ha suscitado un fuerte rechazo incluso dentro de la UNRWA, que advierte sobre el grave riesgo que corren otros 800 menores, quienes podrían quedarse sin acceso a la educación. Las autoridades palestinas no han tardado en denunciar lo que consideran una “escalada sistemática” por parte de Israel contra las instituciones educativas palestinas. En palabras del director para Cisjordania, Roland Friedrich, el cierre representa una violación directa del Derecho Internacional. “Las escuelas en el campamento son parte esencial del tejido social y garantizan una educación cercana a casa”, afirmaba preocupado.
Tensión creciente y leyes controvertidas
A pesar de estas críticas, el Gobierno israelí ha decidido mantener su postura al prohibir desde hoy el acceso a estos centros educativos, lo que incluye a directores, maestros e incluso padres. Esta medida coincide con la reciente aprobación por parte del Parlamento israelí de una ley destinada a limitar las actividades de la UNRWA, lo cual genera aún más incertidumbre sobre el futuro educativo de miles de niños palestinos. Para colmo, la agencia asegura que estas acciones son ilegales y subraya que sus colegios gozan de protección bajo la inmunidad otorgada por las Naciones Unidas.