En la mañana del 6 de mayo, la desgarradora noticia llegó desde Yemen. Los rebeldes hutíes han comunicado que ya son cuatro las personas fallecidas y cerca de 40 los heridos a raíz de los bombardeos llevados a cabo por el Ejército israelí en la ciudad portuaria de Hodeida. Estos ataques se produjeron justo después de que los insurgentes lanzaran un asalto al aeropuerto más importante de Israel, lo que ha desencadenado una escalada violenta.
Los hutíes relatan con tristeza cómo tres ciudadanos perdieron la vida y otros 35 quedaron heridos cuando un proyectil impactó en una fábrica de cemento en Bajil. Pero no fue solo eso; posteriormente se encontró a otra víctima sin vida en el puerto de Hodeida, según han informado fuentes del Ministerio de Sanidad citadas por Al Masira.
Un conflicto complejo y doloroso
Mientras tanto, los hutíes no han dudado en señalar a Estados Unidos e Israel como responsables directos de estos ataques. Aunque hasta ahora solo el Ejército israelí ha admitido haber realizado los bombardeos. La reacción de las autoridades estadounidenses todavía está por llegar. Desde Israel aseguran que alrededor de 20 cazas participaron en esta ofensiva contra lo que ellos catalogan como «objetivos terroristas» relacionados con los hutíes, lanzando nada menos que 50 proyectiles.
El contexto es complicado: Israel afirma que los hutíes operan bajo el auspicio y financiamiento iraní desde hace un año y medio, con la intención clara de desestabilizar tanto su país como sus aliados, además de poner en peligro la navegación global por rutas estratégicas cercanas a Yemen. Esta situación nos recuerda lo frágil que puede ser la paz en regiones donde el conflicto parece no tener fin.