El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha dejado claro este lunes que la reciente escalada militar en la Franja de Gaza conllevará nuevos desplazamientos forzados de la población gazatí, todo bajo el argumento de que es «por su propia seguridad». En un vídeo que compartió en sus redes sociales, subrayó que su objetivo es «hacer desaparecer a Hamás de la faz de la Tierra». Pero, ¿a qué costo?
Nuevos retos para los gazatíes
Netanyahu no se anda con rodeos: esta ofensiva no se trata simplemente de hacer redadas y retirarse. Por el contrario, avisa que las fuerzas israelíes permanecerán en las zonas ocupadas. «Estamos avanzando hacia la derrota de Hamás», aseveró, apoyándose en recomendaciones del Estado Mayor. Se habla incluso del despliegue de decenas de miles de reservistas para llevar a cabo esta operación, cuyo objetivo declarado incluye “conquistar” el enclave palestino.
Las fuentes oficiales apuntan que los pocos habitantes que aún quedan al norte tendrán que huir hacia el sur, dejando atrás sus hogares y su vida cotidiana. Mientras tanto, Netanyahu también aboga por una comisión imparcial para investigar el ataque del 7 de octubre por parte de las milicias gazatíes, aunque aclara que esto sucederá únicamente tras finalizar el conflicto.
Al final del día, lo que está ocurriendo en Gaza no es solo una cuestión geopolítica; son vidas humanas arrastradas por decisiones políticas. Desde el inicio de esta ofensiva ya hay un trágico saldo: más de 52.500 muertos y casi 118.400 heridos. Cada número representa una historia desgarradora detrás; cada desplazamiento es un hogar perdido.