En un giro inesperado de los acontecimientos, el primer ministro ruso, Mijail Mishustin, ha dado luz verde a la construcción de un nuevo puente sobre el río Tumen, en la frontera con Corea del Norte. Este anuncio, realizado el pasado miércoles, no solo representa una obra de ingeniería; es un símbolo claro del estrechamiento de lazos entre dos naciones que se han visto obligadas a acercarse ante la adversidad, especialmente tras la invasión rusa de Ucrania.
Un viejo sueño hecho realidad
La ubicación elegida para este puente no es casual. Se sitúa cerca del Puentede la Amistad, una infraestructura que data de los años 50 y que nos recuerda cómo las relaciones entre estos dos países han sobrevivido a guerras y tensiones. Mishustin lo expresó con claridad: «El significado de este puente va más allá de lo técnico». Y es que, en sus palabras, late el deseo común por una amistad renovada y por construir una vecindad armoniosa.
A medida que avanza esta colaboración estratégica, el nuevo puente promete expandir la red vial rusa y facilitar aún más el comercio entre ambos países. La decisión fue tomada durante una visita significativa del presidente Vladimir Putin a Corea del Norte en 2024. Por otro lado, el Ministerio de Unificación surcoreano ha alertado sobre movimientos en la zona que apuntan al inicio inminente de estas obras. Se espera que todo esté listo para el verano de 2026.