En la mañana de este miércoles, el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania ha dado la voz de alarma. Han llevado a cabo un ataque contundente sobre una fábrica de drones en la región rusa de Tartaristán, una instalación que tiene la capacidad de producir hasta 300 vehículos aéreos no tripulados al día. Este hecho, lejos de ser un simple acto bélico, se presenta como lo que ellos mismos llaman una justa respuesta ante las continuas agresiones.
Un golpe directo al corazón del conflicto
A través de sus unidades de drones, el ejército ucraniano ha decidido atacar esta instalación militar estratégica, que no solo es vital para el esfuerzo bélico ruso, sino también para sostener el terrorismo contra civiles. En palabras del propio Estado Mayor, este ataque busca detener los planes que se urden a más de 1.000 kilómetros de la frontera ucraniana.
Kiev ha sido clara al exponer que dentro de esas instalaciones se fabrican drones como los tipo Geran-2 y Shahed. No hay duda: cada uno de esos aparatos representa una amenaza real para su pueblo. Mientras tanto, nosotros seguimos observando cómo la guerra se despliega en un tablero donde las vidas humanas son solo piezas sacrificables.