En Londres, este miércoles, un grupo de representantes ucranianos se ha sentado a la mesa con Keith Kellogg, el enviado presidencial de Estados Unidos para Ucrania y Rusia. Su mensaje fue claro: están listos para un alto el fuego incondicional que ponga fin a los ataques rusos. La delegación ucraniana, compuesta por figuras clave como el ministro de Exteriores Andri Sibiga, el ministro de Defensa Rustem Umerov y Andri Yermak, jefe de la Oficina Presidencial, enfatizó que este cese al fuego debería ser solo el primer paso hacia una paz «justa y duradera».
Presiones en juego
Aprovechando la ocasión, los representantes ucranianos expresaron su esperanza de que esta iniciativa resuene con lo que piensa Donald Trump. Sin embargo, no todo es tan sencillo: Trump ha lanzado críticas hacia Volodimir Zelenski, acusándolo de obstaculizar las negociaciones al defender la soberanía sobre Crimea. En palabras de Yermak: «Bajo cualquier circunstancia, Ucrania defenderá sus posiciones durante las negociaciones porque son fundamentales para nuestra soberanía e integridad territorial».
Esta reunión ya estaba programada desde la semana pasada y se esperaba que asistiera Marco Rubio, el secretario de Estado norteamericano. Pero al declinar la invitación justo antes del encuentro, esto obligó a los ministros de Exteriores del Reino Unido, Alemania y Francia a posponer su participación y reducirla a una reunión más informal entre enviados. Todo esto ocurre en un contexto donde las presiones estadounidenses apuntan a que Kiev y Moscú avancen hacia un acuerdo pacífico mientras Washington amenaza con apartarse del papel mediador que había asumido desde que Trump volvió a ocupar la Casa Blanca.