La noche del pasado miércoles, un nuevo capítulo se escribe en la ya tensa historia de Gaza. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han lanzado un ataque contra lo que describen como un grupo de «terroristas» del Movimiento de Resistencia Islámica, conocido como Hamás, y de Yihad Islámica. Este grupo se encontraba reunido en la antigua escuela Jafa, un lugar que ha sido transformado en centro de operaciones para planear ataques contra Israel.
Decisiones difíciles y consecuencias devastadoras
Las autoridades israelíes han declarado que estas instalaciones no solo albergaban a los militantes, sino que también estaban siendo utilizadas para planificar actos violentos. En su comunicado, las FDI aseguran que antes de llevar a cabo el ataque se tomaron medidas para proteger a la población civil. Usaron armamento preciso y analizaron información de inteligencia con el objetivo de minimizar daños colaterales. Sin embargo, ¿realmente podemos confiar en esas promesas cuando el dolor humano está presente?
Desde las FDI han enfatizado la responsabilidad de estos grupos extremistas al violar sistemáticamente el Derecho Internacional y utilizar a los civiles como escudos humanos. No obstante, esta guerra entre bandos deja un rastro desgarrador que nos hace cuestionar si es posible encontrar paz entre tanto sufrimiento.