En un giro inesperado que ha dejado a más de uno boquiabierto, el Gobierno de Estados Unidos decidió este miércoles poner freno a dos subvenciones que suman más de 2,3 millones de euros destinados a la Universidad de Harvard. Según alegan, estos proyectos no solo socavan los valores del país, sino que también ponen en duda la capacidad de la institución para recibir fondos públicos. Y es que estamos hablando de una de las universidades más prestigiosas del mundo.
Una medida cargada de polémica
La secretaria del Departamento de Seguridad Nacional, Kristi Noem, fue quien sacó a relucir esta noticia con un comunicado contundente. En él, apunta directamente a Harvard por tener una supuesta postura “radical”. Uno de los fondos congelados era para un proyecto sobre prevención de la violencia; Noem no escatimó en críticas al calificarlo como un estudio “escandalosamente sesgado” que etiqueta a conservadores como disidentes extremos. Pero eso no es todo: también se detiene otra subvención destinada a financiar programas de salud pública.
Noem considera que estas ayudas son una amenaza para los valores y la seguridad estadounidenses. De hecho, recordó que esta decisión es parte de una serie más amplia, tras el rechazo reciente por parte de Harvard a las exigencias impuestas por la Casa Blanca sobre diversidad y políticas inclusivas. “La arrogancia ante el antisemitismo y su débil liderazgo alimentan disturbios extremistas”, afirmó con firmeza.
A modo de ultimátum, le han pedido a la universidad que entregue antes del 30 de abril registros detallados sobre actividades ilegales relacionadas con estudiantes extranjeros o se arriesga a perder su certificación en programas internacionales. Sin duda alguna, esto abre un nuevo capítulo en las tensiones entre instituciones académicas y el gobierno federal.